Tuesday, May 22, 2007

Arte: Hermenéutica y verdad.


“Lo que hace creer que la verdad se identifica con el Ser es que, en efecto, todo lo que es para la realidad-humana lo es en forma de verdad (esos árboles, esas mesas, esas ventanas, esos libros que me rodean son verdades) porque todo lo que es para el hombre ya surgido es en forma del «hay» El mundo es verdadero. Vivo en lo verdadero y lo falso.”

Verdad y Existencia

-Sartre


El arte promete al espectador un realismo vital de la verdad que, para ser verdad, es necesario aclarar que el arte en sí es un lenguaje. El lenguaje del quehacer artístico será la dimensión superior de la expresión pura del hombre; y se entiende por expresión como: dar a luz aquello que habita en el interior del artista, es decir, afectos, inquietudes, sensaciones y sentimientos de la cotidianeidad, de su vivir real y en sueño.

Sí, el arte es un lenguaje en el que se encuentran signos de carácter ontológico pues se refiere al genio (o condición mental) que el ser tiene y no puede dejar de tener, pues en tanto que es hombre tiene la necesidad imperiosa de expresar y a su vez significar todo aquello que lo obliga a hablar con y desde su verdad.

En este momento, debemos aclarar que el presente ensayo no pretende plasmar la definición última de lo qué es el arte, sino establecer en la medida en que verdad, libertad y expresión se van entramando, una hermenéutica que abraza las diversas significaciones que el hombre atribuye al quehacer artístico y a la contemplación del mismo.

Detengamos un momento el discurso en la nueva palabra planteada en la próxima anterior aclaración. ¿A qué libertad nos referimos? Será al elemento fundamental que da verdadero poder de expresión pura a la obra artística y la que constituye su verdad en la realidad humana. Por otro lado, la libertad que el artista individual respira, revela y constituye en cada obra, es una verdad universal y cada creación será una emancipación y un incremento histórico de la libertad humana. Así, nos dice Gadamer en Verdad y Método I (1996:125)
“La obra auténtica es aquella hacia la que se orienta la vivencia estética; lo que ésta abstrae son los momentos no estéticos que le son inherentes: objetivo, función, significado de contenido.”

La interpretación fundamental sería, en primera instancia, apuntando a dos posibilidades. 1) En el arte, ¿se hace presente el espíritu? 2) En el arte, ¿se hace manifiesta la vivificación del sentir del artista? Tenemos ahora, nuevamente, dos signos ontológicos claramente expuestos: espíritu (alma, conciencia) y naturaleza de vida en el mundo (cómo se siente el hombre en el mundo). Si bien, nos atrevimos anteriormente a decir que el arte es un lenguaje, aquí es donde queda reflejada esta premisa pues la expresión lingüística no puede ser sino de un acto humano que se ha reflexionado –extrañado, diría Hegel- y se ha expuesto. Es decir, se ha dado a la luz para ser propiamente interpretado. El círculo hermenéutico habrá sido recorrido pero, definitivamente, no cerrado y sí incesante. De este modo, el campo más propio de la hermenéutica o la interpretación es “donde hay expresiones con varios sentidos” dice Beuchot en Elementos de Semiótica (2001:291).

Tratemos de aclarar este panorama de ‘varios sentidos’ a través de dos disciplinas artísticas (para ser poco extensos y directos). A través de una analogía en los conceptos de “lingüística como acto” que ya de por sí, en tanto tal, encierra varios sentidos interpretativos. No pretendiendo de este modo, dejar al arte en el punto de utilitarismo pragmático. Nos dice Beuchot, en palabras de Austin (2001:291)
“las palabras tienen significado solamente dentro de los enunciados […] el significado depende del uso, el cual es algo propio de las expresiones en cuanto éstas son actos, él prefiere, más que hablar del uso de las palabras, referirse al acto de habla en el que éstas figuran”

En el arte pues, danza y música, para nuestro instante, el realismo vital como lenguaje que hablará de una ‘verdad’ se irá tornando en la danza, como movimiento-palabra y en la música, como sonido-palabra. Para hacer más claro esto, retomemos a Austin que nos dice (2001:231)
“Toda manifestación lingüística es un acto, que envuelve otros tres actos como dimensiones suyas: es a la vez un acto locucionario, un acto ilocucionario y un acto perlocucionario.”

El primero se refiere a la propia ‘expresión lingüística’ con un sentido de referencia, de dónde sale y a quién llega. El segundo es cuando se tiene clara y específica una ‘intención’: ordenar, desear, advertir. De este modo, se da el tercer acto en el momento en que la ‘expresión’ lingüística hace un efecto psicológico en el receptor: lo informa, lo sorprende, lo alerta, lo convence o no.

De la misma manera, en el discurso del movimiento corporal se observan éstas tres etapas en tanto que el coreógrafo, a través de los ejecutantes, pretende presentar una referencia en el movimiento en cuanto qué decir; conlleva una intención y el receptor, finalmente, hará un análisis, profundo o no de lo que acaba de presenciar. Mientras que en la música, cada nota o sonido emitido van armando un discurso que llega al receptor creando en éste diversas inquietudes y percepciones.

Pero, cabe ahora preguntar ¿de qué sirve o para qué sirve el que al ver o escuchar una obra de arte se perciba un discurso, un lenguaje? Sucede que, a partir de las interpretaciones individuales, el presenciar un acto artístico éste habrá cometido su propósito, implícito en sí, de ofrecer una nueva manera de percibir la vida desde un punto de vista libre. Óptimo, sensible; una especie de dogma al que se retorna una vez que se ha presenciado, siendo éste, naturalmente presentado en su forma genial desde el ‘espíritu del artista’. Una vez que se presencia el arte, una vez que deja huella en el receptor, traza de sus vivencias reales, cotidianas y de sueño, difícilmente se renuncia a éste. Gadamer, en palabras de Kant nos dice: (1996:133) “el mero ver, el mero oír, son abstracciones dogmáticas que revela artificialmente los fenómenos.”

Dicha abstracción deberá tener un contenido (un motivo) inmaterial, sí pero presente, porque “… en la obra de arte el contenido está ya siempre trabado en la unidad de forma y significado […] el motivo puede ser tanto objetivo como abstracto.” Sin olvidar que será, en cualquier manera inmaterial, visto desde una consideración ontológica.

Así pues, al pensarse desde sus distintas interpretaciones y al quererse en el ámbito de un dador de forma óptima de vida, el arte es decir, la obra artística es presentada como la verdad de lo que ha de representarse. Y son verdad porque las creaciones artísticas, hechas sin tapujos ni ataduras se exponen a la vista de la historia en el devenir humano. En el arte queda el reflejo de lo que cada época ha venido plasmando. A través de las obras de arte, la historia y el paso de cada era pueden ser estudiadas y se verá reflejada la verdad de su momento naciente, la verdad que un individuo ha querido gritar a su público.

Tenemos entonces que en la medida en que la realidad propia de cada individuo se ve reflejada desde su ‘propia verdad’ se reconoce eso representado como parte de la vida real, en algo no tangible pero sí comprendido en el conciente de la experiencia de cada individuo. Es decir, en palabras de Gadamer (1996:132): “Sólo cuando «reconocemos» lo representado estamos en condiciones de «leer» una imagen; en realidad y en el fondo, sólo entonces hay tal imagen […] Sólo cuando entendemos un texto –cuando por lo menos dominamos el lenguaje en el que está escrito- puede haber para nosotros una obra de arte lingüística. Incluso cuando oímos música absoluta tenemos que «comprender» […] cuando es «clara» para nosotros, se nos aparece como una construcción artística”.

Quiere decir, y para concluir, que las obras artísticas desde la hermenéutica, son sometidas y son el reflejo del espíritu del hombre en tanto que piezas intangibles pero perceptibles sensorialmente que proyectan la verdad del mensaje emitido o a emitirse que, a su vez, dejará su estampa en la historia y verdad de la existencia de su momento. La manera en que el arte se hace útil al hombre es en tanto que reduce lo mundano y lo torna en un lenguaje cuidadosamente abalsamado para darse desde lo más sutil humano, hombre-naturaleza-vivencia-verdad… arte-historia.



Bibliografía
- Beuchot, M. (2001). Elementos de Semiótica. Surge. México.
- Gadamer, H. G. (1996). Verdad y método I. Ediciones Sígueme. Salamanca.
- Hegel, G. W. F. (2003). Lecciones sobre estética. Mestas. España.
- Sartre, J. P. (1996). Verdad y existencia. Editorial Paidos. España.