“Dios, quiso que el hombre racional, hecho a su imagen, dominara únicamente a los irracionales, no el hombre al hombre, sino el hombre a la bestia. Este es el motivo de que los primeros justos hayan sido pastores y no reyes.”
San Agustín
Introducción
Los seres humanos racionales nos hemos convertido en la peor amenaza para nosotros mismos. El afán de poder y dominio por la naturaleza nos hace atropellarnos unos a otros. Si bien, necesario es que exista una estructura conductista en toda comunidad que dé orden social, necesario es, también, y mayormente, el respeto entre los seres humanos a sus necesidades, carencias, anhelos, deseos. Pero, esto queda siempre en las manos de aquel que domina.
San Agustín
Introducción
Los seres humanos racionales nos hemos convertido en la peor amenaza para nosotros mismos. El afán de poder y dominio por la naturaleza nos hace atropellarnos unos a otros. Si bien, necesario es que exista una estructura conductista en toda comunidad que dé orden social, necesario es, también, y mayormente, el respeto entre los seres humanos a sus necesidades, carencias, anhelos, deseos. Pero, esto queda siempre en las manos de aquel que domina.
En el presente ensayo, trataremos de esbozar desde el pensamiento de Agustín de Hipona (354-430) sus primeros planteamientos de la idea de democracia en las sociedades. Ideas que luego, Tomás de Aquino tomará como base fundamental de su filosofía política.
La Edad Media es el período comprendido entre los siglos V y XV, desde la caída del Imperio romano de Occidente en el año 476 d.c. hasta 1453 fecha de la caída de Constantinopla en manos de los turcos. O bien, hasta 1492 fecha del descubrimiento de América.
“La edad media (con el período patrístico que a ella está ligado) vive espiritual e intelectualmente de textos. Textos sagrados: el cristianismo es una religión revelada” nuestra actualidad se basa en los textos antiguos pero, sobretodo en una exégesis profunda y comparada entre lo que dicen unos y otros autores.
La edad media desde nuestro presente actual
Nuestra época está basada, muy particularmente, en el período de Agustín. Aunque en ciertos momentos de la historia se quiere romper con esos estereotipos de creencias y formas de pensamiento. Agustín afirmaba que la Verdad era el amor y la lealtad entre los hombres y Dios, cuando se está en la Verdad, se mira el mundo con otros ojos. Todo queda relativizado, a la vez que re-valorado, es decir, el trabajo será derecho y deber; la política, servicio; la familia, comunidad de amor fecundo; el ocio, momento para crecer y ser más y la relación con el otro; la amistad, encuentro; el dinero, para el ser humano y no al revés. Y en nuestra actualidad la verdad cada vez se nos esconde y nos tiende juegos de los cuales debemos ser muy astutos para salir avante de ellos. Desde los altos mandos de la política utilizan estos pensamientos antiguos para dormir o mover masa de gente a conveniencia del poder mismo. Sin embargo, surgen ya distintas manifestaciones que no permiten esta manipulación.
La edad media desde nuestro presente actual
Nuestra época está basada, muy particularmente, en el período de Agustín. Aunque en ciertos momentos de la historia se quiere romper con esos estereotipos de creencias y formas de pensamiento. Agustín afirmaba que la Verdad era el amor y la lealtad entre los hombres y Dios, cuando se está en la Verdad, se mira el mundo con otros ojos. Todo queda relativizado, a la vez que re-valorado, es decir, el trabajo será derecho y deber; la política, servicio; la familia, comunidad de amor fecundo; el ocio, momento para crecer y ser más y la relación con el otro; la amistad, encuentro; el dinero, para el ser humano y no al revés. Y en nuestra actualidad la verdad cada vez se nos esconde y nos tiende juegos de los cuales debemos ser muy astutos para salir avante de ellos. Desde los altos mandos de la política utilizan estos pensamientos antiguos para dormir o mover masa de gente a conveniencia del poder mismo. Sin embargo, surgen ya distintas manifestaciones que no permiten esta manipulación.
En cuanto al estudio de la filosofía (en la edad media) se da de dos maneras: Una, filosofando y la otra, analizando como filosofaron en el pasado. La filosofía va vinculada al hombre que la hace. El hombre hace filosofía cuando en sus circunstancias hay un problema que lo obliga a este análisis. Así pues, en los griegos aparece el mundo dividido en dos: a) La Verdad y la Opinión (Parménides) b) Inteligible y Sensible (Platón). Para dar paso a la modernidad el primer movimiento, luego del medioevo, es el Renacimiento, siendo una época crítica. Este período marca el momento en que el hombre de occidente se deshace de las creencias fundamentales en las que vivió en el medioevo.
El Renacimiento ve el mundo actual y a la naturaleza (naturalismo) oponiéndose al carácter religioso del pasado; se puede decir que es un pensamiento del mundo de una manera profana, a diferencia de la Edad Media con su interés radicado principalmente en el conocimiento del más allá y por la salvación del hombre, el Renacimiento, es la preparación de lo que se hará en el S. XVII.
La ciencia y la filosofía escolástica se basan en silogismos pero, con estos no se amplía el saber porque lo que dicen en ellos ya se sabe y no permiten especificar la verdad de los conocimientos y no son un método para descubrir nuevas verdades. Para fundamentar la filosofía cristiana, en la obra sobre todo de dos autores sin los cuales la cultura occidental no sería la misma: Agustín de Hipona y Tomás de Aquino, elaboran no sólo la filosofía cristiana sino que son, a su vez, síntesis de todo un periodo y a la vez modelo de lo que viene. Influencia poderosa en la filosofía posterior.
La Época Medieval tuvo muchas innovaciones en los siguientes rubros: En la Religión cuando termina esta etapa y a causa de la peste bubónica y las injusticias llevadas a cabo por la Santa Inquisición se principia una perdida de la fe y se genera una tolerancia espiritual. Se empiezan a aceptar más las creencias adoptadas por cada persona y se deja de imponer una religión determinada. En la política, al crearse el estado moderno, se consolida la monarquía y nace una creciente centralización política-económica, es decir, la burocracia que hacia 1500, con las monarquías occidentales habían establecido firmemente las bases del Estado centralizado y absolutista. Y, en la cultura, lejos de seguir siendo sólo para las personas de buena posición económica, se empiezan a promover la pintura y la literatura a todos los rangos sociales, y se comienza a dar un estilo muy propio de arquitectura. Sin embargo, muchos autores afirman ser una época de estancamiento cultural.
Es en esta herencia en que radica la vigencia de la cultura medieval en las ideas que independientemente del credo religioso de cada individuo, están inmersas en uno como bagaje cultural, como parte de una conciencia social que no se reflexiona. Por ejemplo, la idea de un dios único, idea clave de la filosofía cristiana en la medida en que la filosofía griega suspendió ciertamente lo contrario; aunque hay afirmaciones de un principio monoteísta que no se nombra como dios o se identifica con otro concepto como el Bien en Platón, o bien se habla de un dios modelo de perfección a la que tienden todos los seres y pensamiento puro en Aristóteles.
La aportación del cristianismo, es, la de un Dios único. Dios revelado que se anuncia y se presenta a los hombres como si fuese uno de ellos (Dios a imagen y semejanza de los hombres) Este Dios, será causa y origen del universo y le brinda a los hombres la característica de gozar de su libre albedrío por ser, seres pensantes. Además, el cristianismo tiene por objetivo principal: la salvación del alma.
Capitulo I
Agustín de Hipona
Agustín de Hipona, nació en Tagaste el 13 de noviembre del año 354. Tagaste, hoy Souk Ahras, a unas 60 millas de Bona (la antigua Hippo-Regius), y muere el 28 de agosto del año 430. Su filosofía, es una filosofía viva, un pensamiento que parte del hombre, que si bien le es dada la gracia como forma de dirigir su pensamiento y acción para obtener el conocimiento verdadero y tener una vida feliz (la beata vita), este hombre es, principalmente, un ser libre, un ser que posee el libre albedrío para conducir su intelecto y su vida, de acuerdo a los dictados de su conciencia o de su alma.
Igualmente, su filosofía es una ética eudemonista, el fin de la conducta humana es la felicidad o la beatitud como logro de un objeto, y que para Agustín este es, lo confirmó su vida, Dios, pues él “se interesa por el hombre en concreto, y el hombre en concreto tiene una vocación sobrenatural” por lo tanto, “la gracia es necesaria incluso para empezar a querer amar a Dios.”
Agustín, primeramente fue maniqueo y sus principios estaban fundados en lo Bueno y lo Malo y el camino a la sabiduría no necesitaba a la fe es decir, se llegaría a la verdad únicamente por la razón. Finalmente, el maniqueísmo no fue más que otro camino de fe y no llegó a la verdad. En cambio, el platonismo y el cristianismo lo llevaron a la fe desde la razón; esto lo llevó a afirmar que las Sagradas Escrituras eran “fuente de sabiduría de gran autoridad. La fe era la base de la razón; la razón iluminaba a la fe” Así pues, la fe la dividió en tres pasos importantes luego de la experiencia de vida:
1. Fe inicial: Autoridad de la revelación y la iglesia.
2. Fe iluminada: Con la luz de la razón.
3. Fe hecha vida: Contemplando a Dios.
“Creer, entender y experimentar a Dios en la contemplación” pues “si no creen, no entenderán”. Por lo tanto, la razón será la guía que conduce a la fe, a la verdad, es decir, a la verdad de la autoridad divina, Dios “Entiende para creer mi palabra; cree para poder entender la palabra de Dios” . La fe se da, luego se piensa y luego se vive.
La fe y la verdad están inmersas en la naturaleza del hombre, Agustín quiere reconocer la necesidad de la gracia de Dios. Pues, la gracia de Dios es la razón y el libre albedrío que a su vez son, dones de Dios. “la naturaleza debe ser juzgada por el ingenio; la doctrina por la ciencia, la práctica por los frutos.” A esto, los filósofos han cambiado a una doctrina basada en la naturaleza diferenciada en tres formas: “la natural, a causa de la naturaleza; la racional, a causa de la doctrina; la moral, atendiendo al uso” para poder lograr la vida feliz. Para alcanzar ésta tan ansiada felicidad es necesario la presencia del Espíritu Santo y la efusión de la caridad;
“como nuestra naturaleza para existir tiene a Dios por autor, sin duda tenemos que tenerle a Él como maestro para conocer la verdad, y como suministrador de la suavidad íntima del amor, para ser felices.”
Otra distinción en la que repara Agustín es: en la forma del cuerpo, los sentidos, la mente con su inteligencia y voluntad, el deseo de ser feliz y de conocer la verdad, el bien morir, etc. esto visto como bienes que no se podrían perder. Pero, con el pecado de Adán se pierden finalmente y entonces, argumenta dos naturalezas: “la naturaleza en que el hombre fue creado en origen según la especie inmune de toda culpa y la naturaleza actual, en la que después de la condena de Adán nosotros nacimos por castigo mortales, ignorantes y sujetos a la carne”.
Al estar sujetos a este castigo, buscamos la felicidad para sentirnos bien y, la felicidad es buscar y encontrar, ¿qué? A Dios mismo. “Es Dios mismo la sabiduría” . “en la medida que nos conocemos a nosotros mismos podemos conocer a Dios: ‘buscar’ y ‘hallar’ a Dios inicia en el hombre una búsqueda interna que lleva necesariamente, a la trascendencia de sí mismo” “lo humano ayuda a conocer lo divino y lo divino esclarece lo humano”.
La mejor forma de conocerse a sí mismo será llegar a Dios a partir del diálogo con uno mismo. Y este autodiálogo te puede llevar a acabar con el pecado
“O destruyes el pecado en ti, o el pecado te destruirá a ti. No trates, empero, de destruirlo como algo que está fuera de ti. Entra dentro de ti mismo; ahí tienes que luchar. Una parte de ti busca a Dios; la otra, está encadenada al mundo. La parte encadenada al mundo lucha contra la parte que busca a Dios. Únete a Dios y unifícate a ti mismo. Lucha sin descanso hasta que logres conquistar esa parte de ti que se resiste a Dios” .
Esto anterior, marca las primicias del pensamiento de Agustín como del momento en que su vida se llevaba a cabo. Es su búsqueda del estar bien con uno mismo para encontrar así, el bienestar con el otro, es decir, su concepción histórica.
Primera Parte
El Pensamiento Privado como Emancipación Democrática
El mundo Occidental en la época de Agustín
Agustín presenció los últimos años del Imperio Romano de Occidente. El poder imperial se había descentralizado y se había pasado a formar núcleos locales de poder. La gran expansión del Imperio obligó a las provincias a reclutar a las tribus locales para el ejército y éstas comenzaron a sustituir por completo a la autoridad romana. Las tribus germánicas de los vándalos, los visigodos y los ostrogodos comenzaron a invadir el centro del Imperio, y en el año 410 Roma fue tomada y saqueada por el visigodo Alarico.
Fue contra las acusaciones de los paganos, aún existentes, por lo que culpaban a los cristianos, y por su impiedad hacia los dioses por la catástrofe; por lo mismo es que Agustín comienza a escribir ‘La Ciudad de Dios’. El Occidente cesó el intercambio comercial con el este y las sociedades europeas se tornaron principalmente agrarias. El derecho romano cedió ante la costumbre local, la moneda romana perdió su valor, y toda la autoridad gubernamental se trasladó a los líderes locales. Sólo la Iglesia mantuvo su organización central y su carácter universal, guiándose por las costumbres de la administración imperial, con sus diócesis y provincias correspondiendo a las divisiones romanas.
Escribe Dilthey que todo el mundo occidental para la época de Agustín había dirigido su atención hacia la formación del ser humano privado, hacia la comunión del alma consigo misma; y la experiencia ‘interna’ concebida por el cristianismo; y hacia la comunión del alma con la divinidad única, en el neoplatonismo. Gran parte del interés filosófico del Occidente tornó su atención hacia la religiosidad monoteísta. Hegel comenta sobre esta tendencia que es el surgimiento del interés por lo divino concebido en y con lo humano y no en relación con la naturaleza como en la religiosidad antigua . Es en este contexto que surge el pensamiento y las ideas de Agustín de Hipona.
El derecho divino en el pensamiento de Agustín
Para Agustín la única verdadera justicia es la de Dios. Lo que aspire a ser concebido como existente necesariamente sólo deriva su derecho y necesita del poder divino. Es decir, todo el poder humano proviene del poder divino. De esta manera, para Agustín no existe ninguna autoridad justificable de un ser humano sobre otro. Esta autoridad sólo puede ser delgada y legitimada por el poder divino. Dios no designa la forma o la manera de la organización del estado, pero el poder que se ejerce en el funcionamiento de esta organización tiene su realidad por la investidura divina.
Elementos democráticos en el pensamiento de Agustín
Si es nuestra intención identificar rasgos democráticos, en un sentido liberal del término, en las ideas de Agustín debemos hacer una distinción entre el los escritos explícitamente políticos del pensador, y aquellos escritos que, atendiendo a otra temática, contienen elementos políticos implícitos.
Criterio de lo democrático
Utilizaremos una idea de democracia como criterio para identificar, con el fin de lograr esta idea: Aceptamos que democracia es el gobierno de la gente por la gente. Es sabido que la llamada democracia griega consideraba a muy pocos de los seres humanos como incluidos en la idea de ‘la gente’. Esto se contrasta fácilmente con la situación actual de los estados: ‘la gente’, en principio, son todos los individuos adultos.
El carácter democrático como implícito en las ideas sobre la realidad humana
En nuestra búsqueda de lo democrático en el pensamiento de Agustín, estaremos atentos a todas aquellas ideas que describen y definen facultades humanas, es decir, todos aquellas entidades concebidas como propias del ser humano que le permiten gobernar su vida individual y que, por consecuencia, debemos considerar como influyentes en el gobierno de los otros y con los otros, de la comunidad de individuos.
Nexo entre la ontología de lo humano y lo político
Adicionalmente presuponemos que en todas las concepciones e ideas respecto al ser del ser humano tiene que estar incluida la noción de su ser-común con los otros, su relación siempre dada de antemano con los otros, de manera a priori a las definiciones técnicas de una ciencia de la política, tales como soberanía, ley, estado. Por más que se insista en el carácter privado del individuo humano, siempre será esta una privacidad que se puede postular como tal en relación con el ser-con (Mitsein) del individuo en la comunidad de individuos. Si los esbozos sobre la realidad del ser humano contienen ya una sociabilidad primigenia, en un sentido ontológico, entonces las observaciones sobre la ontología de lo humano contienen ya consecuencias conceptuales pertenecientes a la cientificidad, o bien, la lógica de la política . Es bajo la consideración de estos criterios y presuposiciones que definiremos los elementos democráticos en el pensamiento de Agustín, no sin antes presentar un bosquejo de sus ideas explícitamente políticas.
Argumentos explícitamente políticos del pensamiento de Agustín
En ‘La Ciudad de Dios’ se nos explica la diferencia entre dos ‘ciudades’: una terrenal, que representa la sociedad civil y el estado, concebidos como la colectividad de individuos humanos racionales unida por intereses comunes y su historia. La otra es la ciudad celeste que está presente en la realidad mundana sólo como el ideal sostenido por la comunidad cristiana, que recibe este ideal mediante la iluminación de la Providencia. La teleología divina confiere un significado divino a todos los acontecimientos históricos y políticos concretos. Es decir, todo es explicable haciendo alusión al plan divino. Sin embargo, no todo acontecimiento es moralmente aceptable. Sólo algunos acontecimientos tienen un significado específicamente cristiano. Esto permite que el cristianismo no asuma responsabilidad moral por todos los acaecimientos históricos y políticos. Así los creyentes pueden ver una invasión militar como ejercida sólo mediante el poder de la Providencia; pero tienen la libertad de discernir si es un acontecimiento grato a Dios.
Hay así, para Agustín, una desigualdad de preeminencia entre Iglesia e Imperio. El Imperio tiene límites que no existen para la Iglesia. El ser humano creyente es ciudadano de la ciudad celeste antes que de la ciudad terrenal, pero también es ciudadano de ambas al mismo tiempo. Todas las formas de estado, siendo terrenales, son transitorias, entonces la lealtad del creyente es antes, en su privacidad, leal a Dios y al plan divino, y secundariamente leal al estado. Esta apertura de la privacidad forma para los cristianos la posibilidad de la adhesión a las políticas superiores de la teleología divina expresada en la historia, aunque no es conocido el fin de esta. Se trata de una adhesión política al poder absoluto de Dios cuya representación es la Iglesia. A grandes rasgos esta es la visión política de Agustín en términos explícitos, como la encontramos en ‘La Ciudad de Dios’. Exploremos ahora ideas de otra índole expresadas por este pensador, cuyas consecuencias para la política sugieren una línea de pensamiento que difiere las ideas hasta aquí expuestas.
Segunda Parte
Ideas de carácter democrático implícitas en el pensamiento de Agustín
La razón privada
Agustín, en su temprana carrera, se enfoca en una idea clave tomada de Platón: ‘que el pensamiento es como el diálogo del alma consigo misma’ . Esto es explorado en la obra ‘Soliloquios’, donde el pensador desarrolla un diálogo privado con la Razón buscando, especialmente en el segundo libro una dilucidación del intelecto humano, sus capacidades y sus límites. Al principio de este segundo libro encontramos esbozados los principios de la concepción moderna del ser humano en tanto que pensante y en tanto que existente:
Agustín, en su temprana carrera, se enfoca en una idea clave tomada de Platón: ‘que el pensamiento es como el diálogo del alma consigo misma’ . Esto es explorado en la obra ‘Soliloquios’, donde el pensador desarrolla un diálogo privado con la Razón buscando, especialmente en el segundo libro una dilucidación del intelecto humano, sus capacidades y sus límites. Al principio de este segundo libro encontramos esbozados los principios de la concepción moderna del ser humano en tanto que pensante y en tanto que existente:
“Razón: Tú que deseas conocerte, ¿sabes si existes?
Agustín: Lo sé.
Razón: ¿Cómo?
Agustín: No lo sé…
…Razón: ¿Sabes si piensas?
Agustín: Lo sé.
Razón: Por lo tanto es verdad que piensas.”
Agustín: Lo sé.
Razón: ¿Cómo?
Agustín: No lo sé…
…Razón: ¿Sabes si piensas?
Agustín: Lo sé.
Razón: Por lo tanto es verdad que piensas.”
No es difícil reconocer la importancia histórica de este diálogo interno. Se muestra como un puente entre el mundo antiguo y el moderno. Mientras que para Platón no estaba aún claramente decidida la interioridad y/o exterioridad del logos, Agustín ha hecho con un gesto antropocéntrico de la razón, una facultad propia del ser humano, inherente a su pensamiento, y al mismo tiempo una facultad común a los seres humanos. Pues cristianismo en general había generalizado la dignidad de los seres humanos y aplanando las distinciones sociales mediante la concepción universal del alma. Con Agustín el alma entra en diálogo consigo misma de manera interna y privada: adquiere el poder del soliloquio (que es un término acuñado por el pensador)
En Platón podemos reconocer aún el carácter netamente público de los diálogos – incluso encontramos condenas explícitas contra lo privado. Por otro lado, los diálogos, es sabido, eran realizados en el ágora; pero generalmente eran sólo los amos los que participaban, no los esclavos. Agustín consolida el derecho al pensamiento privado en todos los seres humanos, y consecuentemente el autogobierno del pensamiento individual, siguiendo el impulso general del cristianismo que originalmente fue una protesta contra la opresión y los tradicionalismos arcaicos.
El pensamiento y la existencia privada
Examinando el ejemplo del soliloquio, vemos que el individuo humano se concibe como facultado para gobernar su propio pensamiento. Más aún, está facultado para autodeterminar su propio pensamiento como tal, es decir, para identificarlo en tanto que pensamiento, utilizando la duda como fundamento de esta autodeterminación. Al mismo tiempo, aunque no de manera sincrética, el individuo puede autoidentificarse como existe, real . Sabes que esta realidad debe ser enmarcada, en el contexto cristiano, en relación con la proyección de la realidad de Dios. Pero esto no resta el poder humano que se afirma en el soliloquio de poder sustentar, como de manera intuitiva, la existencia del individuo por sí mismo .
Tercera Parte
El pensamiento y la existencia privada
Examinando el ejemplo del soliloquio, vemos que el individuo humano se concibe como facultado para gobernar su propio pensamiento. Más aún, está facultado para autodeterminar su propio pensamiento como tal, es decir, para identificarlo en tanto que pensamiento, utilizando la duda como fundamento de esta autodeterminación. Al mismo tiempo, aunque no de manera sincrética, el individuo puede autoidentificarse como existe, real . Sabes que esta realidad debe ser enmarcada, en el contexto cristiano, en relación con la proyección de la realidad de Dios. Pero esto no resta el poder humano que se afirma en el soliloquio de poder sustentar, como de manera intuitiva, la existencia del individuo por sí mismo .
Tercera Parte
Ideas de carácter democrático implícitas en el pensamiento de Agustín
La universalización de la privacidad como emancipación democrática
Lo que encontramos en la obra temprana de Agustín es un modelo del ser humano que posibilita, mediante la adquisición de facultades individuales y privadas, el autogobierno, y por lo tanto, siguiendo nuestra presuposición de que toda afirmación respecto a la constitución ontológica del ser humano individual conlleva también su carácter de ser-con (Mitsein) o, ser en comunidad, este modelo representa una apertura, aunque no explícita ni intencionada por Agustín, hacia el autogobierno de la colectividad, o ‘de la gente’, es decir, prefigura elementos conceptuales claves para la concepción moderna de la democracia. La posibilidad del pensamiento privado, en particular, con un mimetismo universalizante de la opinión (doxa) griega, representa una emancipación populista, que, nuevamente, concuerda con el programa general del cristianismo: en la Grecia clásica, sólo los ciudadanos, es decir, los amos, estaban facultados para emitir opinión – y fue precisamente en contra de esta libertad de opinión que Platón busca establecer una realidad trascendente para fundamentar la posibilidad de un conocimiento puro (episteme) .
El dogmatismo de la obra posterior de Agustín obviamente también está contrapuesto a la opinión libre. Sin embargo, sus propias ideas iniciales, democratizan el pensamiento en su relación con la razón, en su autodeterminación y en su poder de autoafirmación de la realidad humana. Hemos de suponer que la idea del soliloquio, o el diálogo interno, puede considerarse junto con la idea de la libertad de la voluntad, que es tratada en La Ciudad de Dios. Podemos concebir el auto-diálogo como auto-deliberación, es decir, como el complemento racional de la libertad de decisión. De nuevo, aunque los propósitos explícitos de la obra son fundamentar la posibilidad de la decisión a favor del pecado, por lo tanto estableciendo el derecho de Dios a castigar al pecador, el énfasis cristiano sobre la defensa de la libertad es una evolución y un progreso irrevocable respecto a las restricciones de las concepciones antiguas.
Los rasgos democráticos implícitos en las ideas de Agustín encuentran su núcleo y su originalidad en el poder que adjudica al pensamiento de autodefinirse racionalmente. Esta adquisición de poder representó históricamente una emancipación universal específicamente democrática, en tanto que, por su efecto de significación no engloba sólo a un sector de la humanidad, sino a la humanidad entera. El énfasis sobre la libertad humana debe ser visto como paradigmático del cristianismo en general, teniendo sus raíces y sus variaciones originales en los Evangelios.
Capitulo II
Tomás de Aquino
Antes de concluir esta revisión del pensamiento político de Agustín de Hipona, hagamos un contraste breve de éste pensamiento, con el del otro gran pensador medieval, Tomás de Aquino:
Lo que encontramos en la obra temprana de Agustín es un modelo del ser humano que posibilita, mediante la adquisición de facultades individuales y privadas, el autogobierno, y por lo tanto, siguiendo nuestra presuposición de que toda afirmación respecto a la constitución ontológica del ser humano individual conlleva también su carácter de ser-con (Mitsein) o, ser en comunidad, este modelo representa una apertura, aunque no explícita ni intencionada por Agustín, hacia el autogobierno de la colectividad, o ‘de la gente’, es decir, prefigura elementos conceptuales claves para la concepción moderna de la democracia. La posibilidad del pensamiento privado, en particular, con un mimetismo universalizante de la opinión (doxa) griega, representa una emancipación populista, que, nuevamente, concuerda con el programa general del cristianismo: en la Grecia clásica, sólo los ciudadanos, es decir, los amos, estaban facultados para emitir opinión – y fue precisamente en contra de esta libertad de opinión que Platón busca establecer una realidad trascendente para fundamentar la posibilidad de un conocimiento puro (episteme) .
El dogmatismo de la obra posterior de Agustín obviamente también está contrapuesto a la opinión libre. Sin embargo, sus propias ideas iniciales, democratizan el pensamiento en su relación con la razón, en su autodeterminación y en su poder de autoafirmación de la realidad humana. Hemos de suponer que la idea del soliloquio, o el diálogo interno, puede considerarse junto con la idea de la libertad de la voluntad, que es tratada en La Ciudad de Dios. Podemos concebir el auto-diálogo como auto-deliberación, es decir, como el complemento racional de la libertad de decisión. De nuevo, aunque los propósitos explícitos de la obra son fundamentar la posibilidad de la decisión a favor del pecado, por lo tanto estableciendo el derecho de Dios a castigar al pecador, el énfasis cristiano sobre la defensa de la libertad es una evolución y un progreso irrevocable respecto a las restricciones de las concepciones antiguas.
Los rasgos democráticos implícitos en las ideas de Agustín encuentran su núcleo y su originalidad en el poder que adjudica al pensamiento de autodefinirse racionalmente. Esta adquisición de poder representó históricamente una emancipación universal específicamente democrática, en tanto que, por su efecto de significación no engloba sólo a un sector de la humanidad, sino a la humanidad entera. El énfasis sobre la libertad humana debe ser visto como paradigmático del cristianismo en general, teniendo sus raíces y sus variaciones originales en los Evangelios.
Capitulo II
Tomás de Aquino
Antes de concluir esta revisión del pensamiento político de Agustín de Hipona, hagamos un contraste breve de éste pensamiento, con el del otro gran pensador medieval, Tomás de Aquino:
Respecto a la política, Tomás de Aquino se deslinda de la actitud adoptada por Agustín al considerar la existencia de dos ciudades: la de Dios, Jerusalén (la ciudad celestial que representaría la comunidad cristiana que viviría de acuerdo con los principios de la Biblia y los evangelios) y la terrestre, Babilonia (considerada por Agustín como el resultado de la corrupción del ser humano por el pecado original) identificadas, respectivamente, con la Iglesia y con el Estado pagano. Las circunstancias sociales y la evolución de las formas de poder en el siglo XIII, especialmente los problemas derivados de la relación entre la Iglesia y el Estado, llevan a Tomás de Aquino a un planteamiento distinto, pues se sienta en datos de la Política aristotélica, tomando en consideración ciertas adaptaciones al cristianismo.
Para Tomás de Aquino, siguiendo a Platón y a Aristóteles, la sociedad es el estado natural de la vida del ser humano. Por lo tanto, el ser humano es por naturaleza un ser social que vive en comunidad con otros humanos. Tomás de Aquino asigna al humano un fin trascendente, por lo que ha de reconocerle a la Iglesia un papel importante en la organización de la vida del mismo. Así como lo hizo al distinguir los elementos de la razón y la fe, concediendo superioridad a la fe sobre la razón en lo que respecta a la sociedad. Aquino acepta la distinción y la independencia del Estado y la Iglesia, pero el estado ha de someterse a ésta, en virtud del fin trascendente mencionado.
Se dicta pues, que el Estado procurará el bien común, legislando de acuerdo con la ley natural. Las leyes contrarias a la ley divina deben rechazarse y no es lícito obedecerlas, si se marca claramente la dependencia de la legislación civil respecto a la legislación religiosa. El poder político será ejercido por un representante de la comunidad que no olvide nunca la mira sobre el bien común. Por lo tanto, Aquino establece sus formas de gobierno y las divide en dos:
1. Pensando en el Bien Común
a) Monarquía: Sólo un hombre virtuoso ejerce el poder.
b) Aristocracia: Una minoría seleccionada ejercerá el poder.
c) Democracia: El pueblo en general ejerce el poder.
a) Monarquía: Sólo un hombre virtuoso ejerce el poder.
b) Aristocracia: Una minoría seleccionada ejercerá el poder.
c) Democracia: El pueblo en general ejerce el poder.
2. Olvidando el Bien Común
d) Tiranía: El poder será ejercido por un solo hombre.
e) Oligarquía: Unos cuantos de la sociedad lo ejercerán.
f) Demagogia: La multitud impone el poder.
d) Tiranía: El poder será ejercido por un solo hombre.
e) Oligarquía: Unos cuantos de la sociedad lo ejercerán.
f) Demagogia: La multitud impone el poder.
Para Tomás de Aquino, sólo las primeras tres formas de gobierno señaladas serán las mayormente buenas pues se concentran, de alguna manera, en un régimen popular, es decir, por el bien de todos. A este régimen popular, lo llamará más tarde: La República.
Creo, evidentemente, que la importancia de las formas de gobierno sobre el bien común prevalece en nuestra actualidad más, no con ello quiero decir que se lleven a cabo siempre por este bien común. Mientras los de "x" partido luchan por el bien de la comunidad que vota o que conforma este partido; otros, ven por el personaje en sí que ejercerá el poder atendiendo sólo al bien común de "y" agrupación. Así pues, mientras que unos pugnan por el bien del estado, otros velan por el bien de los que tienen el poder. Aunado a esto, utilizan la bandera de la ley divina y la divina providencia, que a de amparar los sucesos de la sociedad y el avance de la ‘democracia’ actualmente en juego.
Conclusión
Considerando lo anterior, hablar de la importancia y significado que tiene el periodo medieval, es plantear una serie de cuestiones que están hoy vigentes, mientras que otras serán modificadas necesariamente con el avance del conocimiento humano, pero que están ahí vigentes como parte de los problemas que han trascendido las épocas e incluso las filosofías.
Por ejemplo, la filosofía medieval se caracteriza por el estudio y sistematización de la lógica aristotélica, de su formalización, de su ampliación de la lógica formal (del estudio de las estructuras del raciocinio) y de problemas que vuelven a poner a discusión: el problema del lenguaje, el problema de los universales. Es decir: Qué designa el nombre de la rosa, una rosa particular o designa un concepto universal. Es la reflexión sobre la naturaleza del lenguaje y del conocimiento que a principios del siglo XX se retoma con la lógica simbólica, tanto su formalización como en su ampliación en el cálculo proposicional. Además, del problema del lenguaje en autores como Russell o Wittgenstein.
El pensamiento filosófico medieval estriba en la unión indisoluble entre filosofía y religión, una y otra están vinculadas, pero en la mayoría de los pensadores se puede distinguir el campo de la filosofía (razón) y el de la religión (dogma / fe). Es decir, que el problema de la fundamentación de este principio del universo o Dios se demostrara como un conocimiento racional, no sólo como objeto de la fe. La disputa entre razón y fe se da hoy en algunos ámbitos, como el problema de Dios (religión o metafísica) y el de la ciencia, como el conjunto de conocimientos racionales, verificables, y verdaderos de la realidad que puede prescindir de la idea de un principio abstracto o ultrasensible. El mundo moderno es el dominio de la ciencia y tecnología, éstos dominan al hombre y su entorno, lo deslumbran hasta no ver más allá de las necesidades inmediatas pero, siempre estará latente el espíritu que busca una verdad trascendental que, tal vez, las apariencias de la modernidad no le pueden dar, y, que está más allá de credos o iglesias.
Este espíritu, que no se queda en esta apariencia, está latente, tal vez, en espera de un pensamiento que garantice la espiritualidad del hombre en un mundo que carece cada vez más de ideas y realidades. Es decir, la realidad de una democracia social, en México, es, muy probablemente, una utopía. Sin embargo, ya no se ve en un futuro tan lejano pues, cierto es, que los pueblos mayormente dominados hasta ahora, que no renuncian a su fe, creencias y tradiciones, se levantan en voz alta y, no tan fácilmente, dejan de ser escuchados. Buscan y han de encontrar su emancipación absoluta.
Bibliografía
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-Copleston, Frederick.(1983). Historia de la Filosofía. Ed. Ariel; México, D. F.
-Deleuze, Gilles. Guattari, Félix (2001). ¿Qué es la filosofía?. Anagrama; Barcelona.
-Dilthey, Wilhelm (1978). Introducción a las Ciencias del Espíritu. Fondo de Cultura Económica; México D. F.
-Familia Agustiniana Mexicana. (2005). La actualidad de un Pensador Cristiano; Agustín de Hipona. México.
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- Platón (2001). Diálogos. [El Sofista o del Ser]. Editorial Porrúa; México D.F.
-San Agustín. Tratados. Carta contra los académicos. Ed. SEP, 1ra. Edición 1986.
-http://iteso.mx/~dn44948/forma_de_vestir.html
Bibliografía
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