Sunday, May 17, 2009

Experiencia estética: individuo e idea.


En la Estética de Hegel encontramos la siguiente observación: con el individuo, la idea sale a la existencia. Hemos de entender primero que el individuo recibe la mirada racional de la idea, y que sólo mediante una respuesta de intuición, el individuo es capaz de tener la experiencia de constituir subjetivamente este mismo sentido de racionalidad de la idea.

Mas dicha intuición requiere la modificación histórica del individuo, para apenas llegar a la presencia del presenciar de la idea – esta última, a su vez, no es dada, ni preestablecida. El cuadro racional de experiencia entre ambos polos siempre es, no solamente con un individuo, sino con éste entendido en tanto que singular y no-singular, y determinadamente no-idéntico. El individuo es una correspondencia hacia lo otro, y se experimenta imitativo –una imitación discontinua, en tanto que consubstancial con la idea (hay idealidad del individuo, pero no cesa de ser disminuida por lo histórico-concreto del pensamiento individual). La dirección de sentido, su proyección, sugiere una imitación del individuo que permite conocerse en tanto que intuición, y también, conocer la exteriorización en la esencia relacional de la intuición.

Entonces, la existencia que media entre individuo e idea, enmarcada por una mutua similitud de intuición, permite la definición de una zona de pensamiento individual, es decir, una circunstancia intelectual específica (social, histórica y temporal), contexto dentro del cual el mismo individuo aniquila su ipseidad para lo otro de la idea. Es así como, ante la obra (aunque sea definida como ausencia de obra), el individuo se auto-consume en el dar existencia, salida, a la idea.

La salida es también el trueque de sentido racional mediante el cual el individuo sale a la historia, para naturalizarse con ella, e intentar desnaturalizarla de su violencia. Tal es la condición de existencia, que para no reincluirse en lo práctico-inerte de la falsificación historicista del arte, se limita a ponderar una experiencia que rompe contra la solidez de la vida otra, expresada como el horizonte de la historia humana.