Saturday, July 05, 2008

El Silencio.


Aparece la Mujer mirando con ojos ptoloméicos. Es decir, en sus ojos, al caminar, veo esa mirada greco-egipcia, tan definida. Contempla nada menos que su propio kléos, inicialmente… esa gloria reflejada en sí misma, la de su sí mismo -selbst- como mundo. En otras palabras aparece contemplando su mundo. Pero en tanto que gira su cabeza y comienza a encontrar la otra mirada y comienza a sentir su propio sí mismo combinarse y desaparecer en el movimiento con la otra figura, la sugerencia de la disolución de un mundo, éste mundo individual, y el nacimiento de un mundo indiferenciado y/o idéntico (cosa que escasamente existe afuera del arte; el mundo es uno pero difícilmente es idéntico a sí mismo) le causa temor y exaltación a la vez. Pues en la otra figura, en los otros movimientos y la otra mirada, está otro mundo. Temor quizá de la diferencia en el mundo de la otra figura, quizá de la idea de que la otra figura sea su doble. Recuerdo una instancia en que ambas figuras, brazos unidos, elevan sus cabezas y sus piernas hacia la posible idealidad del mundo idéntico a sí mismo, y/o indiferenciado, del sí mismo de cada una lentamente desvaneciéndose en la combinación aún no definida de un sí mismo compartido – digo una combinación aun no definida porque los movimientos compartidos son ya lentos, ya rápidos, ya entretejidos con cautela y con una gracia aun tensa en su diferencia. Y no se sabe aun la naturaleza de la combinación (¿lucha o qué?), ni el resultado ideal de lo ideal posible. Avanzan, al final, hacia la vida de esta experiencia (el ideal de lo ideal posible) y ella resiste como resistiendo la marea de la vida –un movimiento natural, ya que la resistencia, la cautela ante la pérdida del sí mismo, el detenimiento y la ruptura del flujo de la vida es parte de la vida misma. Al final la otra figura, la döppleganger posible, parece pedirle, desde una distancia en la marea de la vida que la acompañe en la experiencia del ideal posible, hacia las posibilidades más radicales del único mundo en tanto que une, momentáneamente, los mundos en la identidad entre la identidad y la indifereciación; o la posible identidad entre el sí mismo, ambos selbesten compartidos, disueltos, y afirmados en la combinación como idénticos e indiferenciados, en una expresión presentativa de la unidad del mundo, es decir, donde lo idéntico-indiferenciado sería la expresión reflejo de la unidad finita y también diferenciada del mundo.