El tema de la educación es percibida y preconcebida por Hegel desde la esencia natural del ser humano hasta crearse, la parte primera de crecimiento y desarrollo del mismo. La educación, a través de los vínculos socio-político-culturales, se nos permite respirarla desde lo que Hegel pronuncia, siguiendo el pensamiento de Kant, como una esencia pragmático-trascendental: "[…] detrás de la educación se esconde el secreto de la perfección de la naturaleza humana".
Este método de estudios académicos de la plataforma hegeliana no sólo pretende ser guía del estudiante joven, sino hacer claro el desarrollo de la ciencia misma. Entonces, educación va subordinando a la ciencia y le da un carácter integral por su cultivo de la individualidad. El espíritu [Geist] que se desarrolla para encontrar la libertad deseada –que es lo que el espíritu es– sólo puede ser obtenida por la educación, a través de la enseñanza de vida y la construcción del ser humano, como ser humano en cuanto tal.
Si tomamos en cuenta que cada individuo es lo que debe ser a través de su formación [Gestaltung], el proceso educativo de aprender y enseñar luego, es su segundo nacimiento puesto que “El hombre debe nacer dos veces, en cuanto natural y en cuanto espiritual.” Este espíritu reconocido en la educación será otro tema subyacente a través de todo el escrito hegeliano en mira, espíritu individualizado y conformado que se entrega a la sociedad con mayor presencia en el momento en que se siente preparado y, de alguna manera, arrojado al mundo pero con las armas listas de la enseñanza, es decir, la sabiduría.
Hegel no escribe propiamente un sistema pedagógico de enseñanza, él sólo ve y devela al ser humano en el centro de su sistema, imbricado desde la necesidad de la esencia pedagógica; por lo mismo, él mismo teme que la pedagogía de su época, en tiempos de guerra, cambios nacionalistas, momentos de ruptura social, esté en peligro de un ‘formalismo vacío’ sin contenido real, efectivo y primordial. Así entonces, el periodo de Nurenberg (1808-1816) será el periodo hegeliano mayormente importante en cuanto a la temática educativa.
Éste periodo coincide con los cambios en las reformas educativas y tratará, Hegel, de mediar entre las corrientes unilaterales del filantropismo y el humanismo y la práctica educativa, praxis lejos de lo abstracto subjetivo; "dos culturas, la enseñanza de corte básicamente humanístico y la de orientación científico-técnica" donde él pugnará siempre por la adquisición de prácticas artísticas y técnicas con el mismo interés en ambas.
Vemos entonces, que desde el tiempo de Hegel se hace una jerarquía enunciada, es decir, sistematizada, para los momentos distintos de la enseñanza aprendizaje. El lugar planteado es el Gimnasio, Instituto humanístico, en donde se observa, principalmente, el estudio de las literaturas griegas y el de las lenguas diversas. El Gimnasio abraza dos centros, el Normativo y el Real, en el primero se darán los estudios ya mencionados y, en el segundo, los estudios de las matemáticas. Se ofrecían doce horas de estudio para el mejor cultivo de las ciencias, "la única autoridad", señala Hegel, "es la formación intelectual y moral de todos" porque a partir de la educación se intenta mejorar y superar la naturaleza, sin que deje de ser ésta el punto de referencia principal.
Naturaleza del ser humano y el ser humano con la naturaleza conforman una dialéctica entre espíritu y realidad, dialéctica que quizá recae en la conformación de un binomio perfecto que permiten al ser humano el aprender, razonar y verter a la misma naturaleza sus conocimientos; he aquí, el segundo nacimiento mencionado en las primeras líneas de este escrito, “Frente al carácter estático de la naturaleza, el espíritu necesita de la educación para alcanzar su auténtica realización” la naturaleza se realiza en sí y en cuanto se da y se pronuncia. Es entonces que para Hegel la pedagogía será el camino único y perfecto para hacer al ser humano, ético;
Por ello mientras que en Rousseau se potencia la llamada educación negativa que consistente en no poner trabas a la marcha de la naturaleza en un hombre que es naturalmente bueno, Hegel va a insistir en el aspecto de ruptura con lo natural
(Arsenio Ginzo).
Hacia 1813, en la confrontación del mundo clásico con la cultura moderna, la vida íntima del ser humano se observa de forma mayormente abstracta y externa en donde la existencia se ve fragmentada y es cuando Hegel no duda en dar más importancia que nunca a los estudios humanísticos en una especie de "paraíso del espíritu humano". De este modo, el ser humano nunca se vería desencajado de su realidad espiritual y de su realidad ontológica. Para comprender esto, vierte su total interés en la enseñanza de la filosofía que será la que dé fundamento a toda la formación del individuo, teórica y práctica: "no se trata tanto de que la filosofía descienda hasta el pueblo, sino, más bien de que éste se eleve hasta la filosofía".
Algo que debe quedar expuesto, sin duda, es la importancia que Hegel da a la idea de que el ser humano cultivado capacita su naturaleza para todo, es apto pues para desarrollar su ser en acto y teoría y para alcanzar un obrar ético en el transcurso de la vida será gracias a la formación formal; “pues compete a un total obrar la capacidad de aprehender correctamente las cosas y las circunstancias” gracias a ésta es que se logra separar al espíritu de su instancia natural, sentimientos e impulsos, y colocarlo a nivel del pensamiento, razón, adquiriendo conciencia que lo lleva a la conducta moral.
Aquel que dará las herramientas necesarias para esta separación, para la preparación del ser humano en su actuar conciente, será "el profesor que ha de gozar sin duda de la libertad de fijar aquí el orden y la cohesión, según su criterio" pues, en efecto, la palabra del maestro es, en esta época descrita a lo largo de estas líneas, la verdad ante cualquier circunstancia. Claro, luego de haber sido reconocido por el cuerpo docente del Gimnasio y/o escuela Real.
Finalmente, a lo largo de la lectura se va reconociendo la gran importancia que tiene el hecho de ser independientes en cuanto a un aprendizaje dirigido. Si bien en nuestra actualidad sigue existiendo la jerarquización de quién aprenda qué, no deja de ser un tiempo en el cual nos movemos de manera mucho más autónoma. Los estudios de maestría o doctorado, en la actualidad, por mencionar un ejemplo, es mínimo el trabajo maestro-alumno y al máximo llevado la auto-educación a través de los autores sugeridos en las bibliografías de referencia que el tutor o maestro de momento proporcione. Claro, bibliografía ofrecida por un experto.
Por lo tanto, la importancia de esta lectura a Hegel sería, rescatar la importancia del segundo nacimiento mencionado, llevarlo a los jóvenes a los cuales se ha de educar y en ocasiones se les ve apesadumbrados por no saber a dónde van. Es muy probable que dándoles una herramienta a su favor, como lo es el reconocerse en ellos mismos, es decir, dejar a un lado las comparaciones que a menudo se llevan acabo, estos chicos tomarían de otra manera el sentido moral y esquemático que la sociedad les impone.
Este método de estudios académicos de la plataforma hegeliana no sólo pretende ser guía del estudiante joven, sino hacer claro el desarrollo de la ciencia misma. Entonces, educación va subordinando a la ciencia y le da un carácter integral por su cultivo de la individualidad. El espíritu [Geist] que se desarrolla para encontrar la libertad deseada –que es lo que el espíritu es– sólo puede ser obtenida por la educación, a través de la enseñanza de vida y la construcción del ser humano, como ser humano en cuanto tal.
Si tomamos en cuenta que cada individuo es lo que debe ser a través de su formación [Gestaltung], el proceso educativo de aprender y enseñar luego, es su segundo nacimiento puesto que “El hombre debe nacer dos veces, en cuanto natural y en cuanto espiritual.” Este espíritu reconocido en la educación será otro tema subyacente a través de todo el escrito hegeliano en mira, espíritu individualizado y conformado que se entrega a la sociedad con mayor presencia en el momento en que se siente preparado y, de alguna manera, arrojado al mundo pero con las armas listas de la enseñanza, es decir, la sabiduría.
Hegel no escribe propiamente un sistema pedagógico de enseñanza, él sólo ve y devela al ser humano en el centro de su sistema, imbricado desde la necesidad de la esencia pedagógica; por lo mismo, él mismo teme que la pedagogía de su época, en tiempos de guerra, cambios nacionalistas, momentos de ruptura social, esté en peligro de un ‘formalismo vacío’ sin contenido real, efectivo y primordial. Así entonces, el periodo de Nurenberg (1808-1816) será el periodo hegeliano mayormente importante en cuanto a la temática educativa.
Éste periodo coincide con los cambios en las reformas educativas y tratará, Hegel, de mediar entre las corrientes unilaterales del filantropismo y el humanismo y la práctica educativa, praxis lejos de lo abstracto subjetivo; "dos culturas, la enseñanza de corte básicamente humanístico y la de orientación científico-técnica" donde él pugnará siempre por la adquisición de prácticas artísticas y técnicas con el mismo interés en ambas.
Vemos entonces, que desde el tiempo de Hegel se hace una jerarquía enunciada, es decir, sistematizada, para los momentos distintos de la enseñanza aprendizaje. El lugar planteado es el Gimnasio, Instituto humanístico, en donde se observa, principalmente, el estudio de las literaturas griegas y el de las lenguas diversas. El Gimnasio abraza dos centros, el Normativo y el Real, en el primero se darán los estudios ya mencionados y, en el segundo, los estudios de las matemáticas. Se ofrecían doce horas de estudio para el mejor cultivo de las ciencias, "la única autoridad", señala Hegel, "es la formación intelectual y moral de todos" porque a partir de la educación se intenta mejorar y superar la naturaleza, sin que deje de ser ésta el punto de referencia principal.
Naturaleza del ser humano y el ser humano con la naturaleza conforman una dialéctica entre espíritu y realidad, dialéctica que quizá recae en la conformación de un binomio perfecto que permiten al ser humano el aprender, razonar y verter a la misma naturaleza sus conocimientos; he aquí, el segundo nacimiento mencionado en las primeras líneas de este escrito, “Frente al carácter estático de la naturaleza, el espíritu necesita de la educación para alcanzar su auténtica realización” la naturaleza se realiza en sí y en cuanto se da y se pronuncia. Es entonces que para Hegel la pedagogía será el camino único y perfecto para hacer al ser humano, ético;
Por ello mientras que en Rousseau se potencia la llamada educación negativa que consistente en no poner trabas a la marcha de la naturaleza en un hombre que es naturalmente bueno, Hegel va a insistir en el aspecto de ruptura con lo natural
(Arsenio Ginzo).
Hacia 1813, en la confrontación del mundo clásico con la cultura moderna, la vida íntima del ser humano se observa de forma mayormente abstracta y externa en donde la existencia se ve fragmentada y es cuando Hegel no duda en dar más importancia que nunca a los estudios humanísticos en una especie de "paraíso del espíritu humano". De este modo, el ser humano nunca se vería desencajado de su realidad espiritual y de su realidad ontológica. Para comprender esto, vierte su total interés en la enseñanza de la filosofía que será la que dé fundamento a toda la formación del individuo, teórica y práctica: "no se trata tanto de que la filosofía descienda hasta el pueblo, sino, más bien de que éste se eleve hasta la filosofía".
Algo que debe quedar expuesto, sin duda, es la importancia que Hegel da a la idea de que el ser humano cultivado capacita su naturaleza para todo, es apto pues para desarrollar su ser en acto y teoría y para alcanzar un obrar ético en el transcurso de la vida será gracias a la formación formal; “pues compete a un total obrar la capacidad de aprehender correctamente las cosas y las circunstancias” gracias a ésta es que se logra separar al espíritu de su instancia natural, sentimientos e impulsos, y colocarlo a nivel del pensamiento, razón, adquiriendo conciencia que lo lleva a la conducta moral.
Aquel que dará las herramientas necesarias para esta separación, para la preparación del ser humano en su actuar conciente, será "el profesor que ha de gozar sin duda de la libertad de fijar aquí el orden y la cohesión, según su criterio" pues, en efecto, la palabra del maestro es, en esta época descrita a lo largo de estas líneas, la verdad ante cualquier circunstancia. Claro, luego de haber sido reconocido por el cuerpo docente del Gimnasio y/o escuela Real.
Finalmente, a lo largo de la lectura se va reconociendo la gran importancia que tiene el hecho de ser independientes en cuanto a un aprendizaje dirigido. Si bien en nuestra actualidad sigue existiendo la jerarquización de quién aprenda qué, no deja de ser un tiempo en el cual nos movemos de manera mucho más autónoma. Los estudios de maestría o doctorado, en la actualidad, por mencionar un ejemplo, es mínimo el trabajo maestro-alumno y al máximo llevado la auto-educación a través de los autores sugeridos en las bibliografías de referencia que el tutor o maestro de momento proporcione. Claro, bibliografía ofrecida por un experto.
Por lo tanto, la importancia de esta lectura a Hegel sería, rescatar la importancia del segundo nacimiento mencionado, llevarlo a los jóvenes a los cuales se ha de educar y en ocasiones se les ve apesadumbrados por no saber a dónde van. Es muy probable que dándoles una herramienta a su favor, como lo es el reconocerse en ellos mismos, es decir, dejar a un lado las comparaciones que a menudo se llevan acabo, estos chicos tomarían de otra manera el sentido moral y esquemático que la sociedad les impone.
Bibliografía
-Georg Wilhelm Friedrich, Hegel. Escritos pedagógicos. México, Arsenio Ginzo. Fondo de Cultura Económica. 1998.