La esencia del quimismo en Hegel consiste en un proceso determinado: el desplazamiento de una cosa hacia otra, un movimiento que contiene en sí el germen y la realidad del principio subjetivo. Es decir, las cosas del orden de la materia y de los elementos, tienen ya un comportamiento subjetivo.
Esto debe entenderse en el marco de la idea de la naturaleza en general según Hegel: ella también es un sujeto y cada detalle suyo vive subjetivamente. Al igual que con su contraparte, la gran sublimación (aufheben) llamada ‘espíritu’, no solo hay vida en la naturaleza, sino que los procesos descritos por la dialéctica y su núcleo subjetivo no divide a las ciencias naturales de las ciencias humanas.
Por eso es comprensible que el quimismo, mientras permanece en la filosofía de la naturaleza, describe cosas inusuales como que cada gota de agua revela la imagen del sol. Aquí Hegel simplemente señala el entretejimiento de todas las cosas entre sí. No debe sorprendernos, sin embargo, que el quimismo también lo encuentre Hegel en la vida humana (es decir, en el ‘espíritu’) específicamente en el sexo, el amor y la amistad.
Ahora bien, la especificidad de la naturaleza sí es tratada por Hegel como algo en sí lógica (logos) y humanamente inteligible. Simultáneamente, Hegel encuentra una opacidad en la naturaleza que afirma su aspecto vivo pero ajeno, alógico. Detrás de la noción inmediata de ‘naturaleza’ hay una multiplicidad de intelectos funcionando cohesivamente, de la misma manera que en el ‘espíritu’, el yo pienso (cogito) es sustituido por el nosotros somos (y nosotros pensamos).
En la filosofía de la naturaleza, y específicamente en la idea del quimismo, encontramos lo que ni las filosofías ni las ciencias se atreven ya a hacer: proponer una comprensión (no una mera explicación) aunque admitidamente humana, es decir limitada, de la genialidad oculta de la naturaleza, que es el ámbito final de lo que abstractamente se ha llamado ‘ser’.
La dialéctica y el germen subjetivo, debemos comprender, es, en este tema, una interpretación de la enérgeia aristotélica. Encontramos muchas referencias e influencias aristotélicas en la filosofía de la naturaleza de Hegel. Por ejemplo la diferencia entre cuerpos celestes y cuerpos terrestres. Hegel retiene mucho del aristotelismo porque considera que pensadores como Newton confunden física con matemática. Un meta-comentario nuestro respecto a la labor de la filosofía de la naturaleza debe reconocer que para obtener muchas de las intuiciones de comprensión sobre el quimismo y la figuración (Gestalt) son obtenidas mediante actos singulares de poiesis por el intelecto de Hegel.
Esto debe entenderse en el marco de la idea de la naturaleza en general según Hegel: ella también es un sujeto y cada detalle suyo vive subjetivamente. Al igual que con su contraparte, la gran sublimación (aufheben) llamada ‘espíritu’, no solo hay vida en la naturaleza, sino que los procesos descritos por la dialéctica y su núcleo subjetivo no divide a las ciencias naturales de las ciencias humanas.
Por eso es comprensible que el quimismo, mientras permanece en la filosofía de la naturaleza, describe cosas inusuales como que cada gota de agua revela la imagen del sol. Aquí Hegel simplemente señala el entretejimiento de todas las cosas entre sí. No debe sorprendernos, sin embargo, que el quimismo también lo encuentre Hegel en la vida humana (es decir, en el ‘espíritu’) específicamente en el sexo, el amor y la amistad.
Ahora bien, la especificidad de la naturaleza sí es tratada por Hegel como algo en sí lógica (logos) y humanamente inteligible. Simultáneamente, Hegel encuentra una opacidad en la naturaleza que afirma su aspecto vivo pero ajeno, alógico. Detrás de la noción inmediata de ‘naturaleza’ hay una multiplicidad de intelectos funcionando cohesivamente, de la misma manera que en el ‘espíritu’, el yo pienso (cogito) es sustituido por el nosotros somos (y nosotros pensamos).
En la filosofía de la naturaleza, y específicamente en la idea del quimismo, encontramos lo que ni las filosofías ni las ciencias se atreven ya a hacer: proponer una comprensión (no una mera explicación) aunque admitidamente humana, es decir limitada, de la genialidad oculta de la naturaleza, que es el ámbito final de lo que abstractamente se ha llamado ‘ser’.
La dialéctica y el germen subjetivo, debemos comprender, es, en este tema, una interpretación de la enérgeia aristotélica. Encontramos muchas referencias e influencias aristotélicas en la filosofía de la naturaleza de Hegel. Por ejemplo la diferencia entre cuerpos celestes y cuerpos terrestres. Hegel retiene mucho del aristotelismo porque considera que pensadores como Newton confunden física con matemática. Un meta-comentario nuestro respecto a la labor de la filosofía de la naturaleza debe reconocer que para obtener muchas de las intuiciones de comprensión sobre el quimismo y la figuración (Gestalt) son obtenidas mediante actos singulares de poiesis por el intelecto de Hegel.