Preámbulo
El arte es el plasmar, o traer-a-existencia, las esencialidades de la condición humana. Los pensamientos de Hegel y Bruno proveen el ámbito ocasional y conjuntivo desde el cual pueden ser utilizados los conceptos criteriológicos de libertad, belleza y sentimiento, para rastrear el acontecimiento humano del arte. Cada uno de estos conceptos es intuido en la articulación que forman sus fundamentos, sus resultados, sus extensiones, sus dobleces, sus accidentes y sus singularidades residuales – todo en consecuencia de la realidad del arte.
El arte es el plasmar, o traer-a-existencia, las esencialidades de la condición humana. Los pensamientos de Hegel y Bruno proveen el ámbito ocasional y conjuntivo desde el cual pueden ser utilizados los conceptos criteriológicos de libertad, belleza y sentimiento, para rastrear el acontecimiento humano del arte. Cada uno de estos conceptos es intuido en la articulación que forman sus fundamentos, sus resultados, sus extensiones, sus dobleces, sus accidentes y sus singularidades residuales – todo en consecuencia de la realidad del arte.
Se examina en este escrito también, otro orden de conceptos mediáticos que conjugan los elementos de la tríada categórica: por ejemplo la noción de espíritu media entre la criteriología, los juicios cuya emisión es conceptualmente condicionada por ella, y la contemporaneidad y concreción del arte, el efecto último de realidad humana, tanto en lo excelso como en lo cotidiano. La idea de lo histórico también media entre la tríada de conceptos guías, y se advierte en su interacción con la entidad individual del artista y con la entidad de la obra artística.
Para efectuar una superación de dicotomías rígidas que pretendieran dar al arte una definición última, y por lo tanto insuficiente, la noción de la naturaleza es puesta en mediación, como idea regulativa, entre los principios del arte y el arte en-sí. Incluso la Deidad y la ética son analizadas como entidades pensables previas y posteriores a las reificaciones del arte. El vehículo de la idea compleja del arte es advertida como constituida y constituyente de la obtención de significados esenciales de manera complementaria a la labor del intelecto y la cultivación ontológica humana. De la misma manera, la idea del arte es presentada críticamente, en sus particiones, como una fundamentación de todos los órdenes de la verdad humana.
El presente escrito rescata nociones ideales y regulativas en el intento de concebir la libertad en y desde el arte, de tal manera que la propuesta tiene el corte de una filosofía del arte, en el sentido de que no se conforma con identificar razones suficientes para la posibilidad del arte, como en la estética, sino que utiliza el arte como una bisagra desde la cual todo el espectro de la realidad humana es concebida de nuevo por las formas propositivas y las disposiciones interpretativas de la filosofía impulsada por el interés crítico-emancipatorio reflejado en la temática de la libertad.
Introducción
El arte es la creación misma nacida de la mano y el espíritu del ser humano. Nacido, igualmente, del interés por representar su sentir, su vivir, su pasaje por el tiempo y por plasmar todo lo sentido en una forma particular como lo es, la obra de arte. En el presente ensayo, es a través de los conceptos de libertad, belleza y sentimiento que se hará un intento por mostrar que el quehacer artístico es la dimensión superior de la expresión pura del ser humano. Expresión entendida aquí, como dar a la luz, en el principio de la mayéutica socrática, aquello que habita en el interior de cada ser humano, sus afectos, lo anímico en cada ente, ‘expresados’ en una forma concreta, palpable. Y, en atención a éste enunciado, quedará estipulado que: la creación artística pertenece a un grupo humano selecto, pues es necesario que el artista sea un ser dotado de virtud (fuerza e inteligencia), don con el que se nace para poder crear artísticamente en absoluta libertad, y para dar vida a las bellas artes.
Este breve ensayo filosófico sobre el arte, mediará entre el pensamiento de G.W.F. Hegel y el de Giordano Bruno, considerando el concepto de libertad en el arte como el punto de convergencia de ambos pensadores respecto a esta línea de pensamiento, debido a que el arte promete al espectador un realismo vital de la verdad; pero ésta vitalidad es expresada mayormente, en primera instancia, desde la libertad de la que goza el creador artístico. La libertad es el elemento fundamental que da verdadero poder de expresión pura a la obra artística y la que constituye su verdad en la realidad humana. Por otro lado, la libertad que el artista individual respira, revela y constituye en cada obra, es una verdad universal y cada creación de arte es una emancipación y un incremento histórico de la libertad humana.
El espíritu del artista
En el arte se encuentra la vivificación del sentir en el artista. Es decir, la creación pictórica, escultórica, literaria, dancística, etc. no son sólo la mera representación reificada, en este caso, será el arte mismo detrás de cada una de estas representaciones el que aguarda ansioso el darse a la luz. Es el espíritu individual del creador, del artista; el artista que para serlo en sí, lleva un genio, un don especial que por naturaleza se alberga en sus sentidos y hace que sea capaz de representar, de una forma bella, sublime y sensible, la expresión del acontecer diario de la vida del ser humano. Así lo expresa Hegel: “la belleza que resulta del arte es superior a la natural, porque ha nacido del espíritu, que ha engendrado dos veces.” (Hegel, 2003:19) Es decir, se ha presentado en la percepción del artista y se ha representado en la obra de arte, en la creación del artista, reflejándose de él mismo su espíritu creador y dándose a la percepción de otras conciencias, es decir, aquellos que contemplan la propia obra. Por lo tanto, el arte es la expresión pura, porque en sí, se expresan las vivencias de aquel que lo concibe desde su contexto anímico: conceptos, preceptos, signos, etc.
Qué es entonces, la creación de la obra artística: Hegel enuncia que “el ser humano se ha servido siempre del arte como un medio para tener conciencia de las ideas e intereses más sublimes de su espíritu.” (Hegel, 1997:12) En el arte pues, el espíritu se hace presente, representado a través de diversas manifestaciones, que, a su vez, son maneras diversas de crear una obra que queda como antecedente de la historia del ser humano. La representación es lo que emana de ésta creación, es lo que se capta con los sentidos humanos al ser contemplada una escultura que reproduce movimiento y virtud física, o al ser leído o escuchado un poema y advierte el sentir del poeta; (Hegel, 1997:28)
...el arte y sus obras, al nacer del espíritu y ser engendradas por él, son de naturaleza espiritual, mientras que su representación adopta una apariencia sensible, si esta apariencia está impregnada de espíritu.
Pero el artista, para crear arte en toda la extensión de la palabra, hará uso de su genio creador. El genio, emana de la propia personalidad del artista que a través de estar en conciencia con él mismo, a través de su espíritu, evocará su producción que será la obra de arte. El genio es un don natural (Hegel, 2003:102) y en el individuo creador se distingue por “la facilidad de producción intelectual y la destreza técnica para manejar los materiales propios de cada una de las artes consideradas en particular” (Hegel, 2003:102)
Esto emanado y plasmado en la obra de arte debe contener, además, el elemento primordial de la belleza. La belleza es percibida desde la mera contemplación de todo aquello que rodea al ser humano, pues “Lo bello está en la presencia que nos circunda porque la belleza en sí –“que es siempre y no deviene”…” (Grave, 2002:16) consiste pues, en la observación del entorno que el artista, a través de su sentir, convocará y llevará a la creación –reificación, de aquello contemplado. “El punto de vista de lo bello es, por tanto, el de la mera contemplación, no el de la razón abstracta o de la reflexión, que concibe, analiza, compara.” (Grave, 2002:54) Aclaremos que, además para Hegel, la belleza en sí es la manifestación de la verdad, es decir, a través de la obra artística, desde su trasfondo espiritual, la verdad de las cosas por muy horrible que esta fuera, se manifiesta de manera bella. La belleza entonces no recae sólo en el gustar de algo, pues la realidad del ser humano puesta en escena, es belleza aún que duela.
La verdad en el arte para Hegel, es la expresión bella de la verdad es alcanzada en el arte clásico, en el pensamiento griego, pues es el momento en que se deja a un lado las abstracciones del arte simbólico para dar paso a la expresión de la ‘Individualidad Espiritual’. Es decir, que el espíritu del ser humano se refleje en la corporalidad. A esto, planteamos también que la verdad a través del arte se plasma tal cual es, sin tapujos ni ataduras. Se matiza, sí, tal vez, pero se expresa individualmente. Como se mencionó en un principio, el arte es creado por un grupo humano selecto del cual, los artistas que viven en libertad, se expresan, cosifican su concepto primero y lo aterrizan en y para el mundo.
La obra de arte nacerá de una imagen dada por la naturaleza, la vida misma, lo mundano. Pero, para llegar a ser arte en tanto tal, deberá contener la ‘armonía’ y la ‘unión’ “de los términos que aparecen en el pensamiento separados y opuestos: lo ideal y lo real, la idea y la forma, etc. (Grave, 2002:38) Términos que al aparecer dejan escapar la idea de lo bello, la belleza encarnada en la propia creación artística. Es decir, lo banal, lo trivial de la naturaleza, no es más esto; queda transformado en belleza… en lo bello del arte.
La belleza y lo ideal en el arte, quizá verdad, en el pensamiento de Giordano Bruno, es lo banal en la naturaleza que se desvanece de la siguiente manera. Él, asegura que son tres los elementos de los principios de las cosas en el mundo: “Dios, la naturaleza y el arte” (Bruno, 1987:321) que, a su vez, recaen en tres efectos: “el divino, el natural y el artificial” (Bruno, 1987:321) Esta manera de concebir los principios está en íntima relación con lo ideal y lo real, idea y forma que Hegel plantea como, fundamental contenido en una obra de arte. En Bruno, la idea pura es la que se hace, se transforma naturaleza, viniendo ésta idea pura de Dios. Para Hegel éste Dios –Idea; y la Naturaleza; cosificado en una ‘forma’ creada por el artista, se verá reflejado en lo ‘Ideal’, en el propio mostrarse del espíritu del creador de la obra de arte.
Qué es entonces, para Hegel, lo ideal. Partamos del enunciado: La obra de arte es la sensibilización del espíritu, es decir, el arte es encarnar una representación universal de lo espiritual. Por lo tanto, el arte sólo es producido por un acto humano, reiterando, ser producto del espíritu. Lo ideal entonces, es donde se ve la obra artística en su realización. Comienza siendo un mero concepto, visto como unidad de lo universal, de lo particular y de lo singular (siendo contradictorio en sí mismo) Luego, pasará a ser una idea que será la unidad de la subjetividad y la objetividad y, finalmente, esta unión dará como resultado lo ideal que será la realidad concreta de la idea en el cuerpo de una forma artística. Denotará movimiento en su interior, es decir, representará, idealmente, aquello no estático del espíritu del artista.
En analogía pues, con lo mencionado de Bruno, nos atrevemos a plantear que: El ‘concepto’, será el principio de toda creación artística (efecto primero, lo divino) la idea de Dios*. La ‘idea’, será la naturaleza como segundo principio, es decir, que en Hegel es lo que une lo subjetivo con lo objetivo (efecto segundo, el natural). Y, lo ‘ideal’ será en sí, la obra de arte realizada (tercer efecto, el artificial), el arte expuesto en lo que para Bruno más que un arte es un «método» ‘Arte y método de la memoria’ que da “el orden del mundo racional, que es a semejanza del natural –del que es su sombra-, que es imagen del divino –del que es su vestigio-”. (Bruno, 1987:323) Y este vestigio queda especificado en cada época, en el arte.
Lo anterior es, precisamente, porque en las creaciones artísticas, sin tapujos ni ataduras han sido expuestas a la vista de la historia, es decir, del devenir humano. En cada época se puede vislumbrar lo que fue del pasado mayormente expuesto en el arte. Así, por ejemplo, podemos dar cuenta de la expresión bella de los cuerpos griegos, alma y contemplación; del espíritu en dolor de las imágenes religiosas, etc. Para Bruno, el arte de la memoria es “Ilimitada en el espacio, es capaz de exhibir infinitas dimensiones. Ella es la posibilidad de todo cuanto existe…” (Bruno, 1987:283) Para Hegel, “en el arte la idea aparece en sí y para sí bajo una forma sensible, bella […] La verdad del arte reside en que en él aparece sensiblemente la idea” (Grave, 2002:80)
Estos dos planteamientos se entretejen en el concepto de ‘existencia’, el existir de la idea libre que conforma imágenes abstractas y concretas, es decir, espíritu subjetivo y espíritu objetivo. Así pues, a través de las obras artísticas, la historia, el paso de cada época del ser humano, puede ser estudiada. Entonces, retomando la idea de lo banal de la naturaleza en Bruno, sucede que esto banal está desprovisto de virtud para poder ser por sí mismo bello o arte, porque la virtud, de lo ideal, sólo puede emanar del espíritu humano. Por lo mismo, el arte supera la belleza de la naturaleza. Ahora, debemos responder qué es entonces, el espíritu. Hegel, a lo largo de su obra de la “Fenomenología del espíritu” advierte diversos significados pero, para lo que concierne a éste estudio, nos quedaremos con la definición siguiente: “El espíritu es la vida ética de un pueblo en tanto que es la verdad inmediata; el individuo que es un mundo.” (Hegel, 2002:261) Este individuo que será el que crea la obra de arte. Y los otros espíritus, conciencias, es decir, individuos que sensiblemente, captarán la misma.
El sentimiento en el arte
El arte implica no sólo la creación en tanto que objetivación de aquello que el artista tiene, en primera instancia, como mera idea proveniente de una imagen abstracta. Como ya hemos mencionado, la creación artística se conforma de un elemento vital como lo es, el sentimiento del ser humano. (Villalpando, 1994:238)
El arte se produce mediante el sentimiento, y mediante el mismo se contempla, es necesario reconocer que ese sentimiento se integra con emociones, que a su vez constituyen hechos de intimidad. Es precisamente el sentimiento individual, lo que se identifica con el arte.
En otras palabras, la obra de arte creada desde un sentimiento (lo subjetivo), que acompaña a la primera imagen presentada y vivida en el artista y luego, éste lo lleva hasta su cosificación (lo objetivo), lo concreto de la cosa; será entonces cuando llevado a la conciencia subjetiva del espectador, se podrá entender: (Hegel, 2003:106)
por objetividad la verdad exterior o el carácter que presenta la obra de arte, cuando su asunto está conforme con la realidad, tal como la hallamos en la naturaleza, y se ofrece así a nosotros con rasgos que nos son conocidos.
Estos rasgos se verán íntimamente relacionados con los diversos sentimientos del individuo espectador pero, igualmente, en el artista que ha conformado la obra de arte.
La libertad en el arte
Finalmente, veamos el último de los conceptos mencionados al inicio de este trabajo, pero por demás importante: la libertad. Concepto primordial de la obra de arte. Es posible que desde lo que el arte es para Hegel, se pueda afirmar que en el arte, la obra en sí, denota el deseo de libertad que el artista busca y el espectador percibe. Porque la libertad transforma todo, cuando se vive ésta. El espíritu entonces, es cuando se manifiesta sin ataduras y es en la obra artística donde el artista como el que presencia su quehacer, recuperan su sentir y su vivir de libertad. Esto es, porque hay una identificación sensible en aquello cosificado y bello. Dice Hegel: (Hegel, 2003:277-278)
Sobre todo, el gran artista necesita hoy del libre cultivo de la inteligencia, por el cual toda superstición o toda creencia restringida con formas determinadas, no siendo ya a sus ojos sino un momento de la verdad absoluta, se eleva por encima de ellos, no los ve sino como condiciones que se imponen a su exposición y a su modo de representar [...] Todas las formas como todas las ideas están al servicio del artista, cuyo talento y cuyo genio no se ven ya obligados a limitarse a una forma particular del arte.
Al expresarse libremente el artista, aquel que contempla su obra eso es precisamente lo que capta, recibe y respira: libertad de lo que se dice, libertad que siempre es buscada.
Libertad que nunca es ‘dada’, sino que es ‘hecha’. Es hecha desde la abstracción de su idealidad hasta la concreción de la liberación del individuo, de su individualidad estática, hacia su ser-otro con él y para el otro, en dos parámetros distintos: 1. en conflicto, o 2. en armonía. Cualquier libertad concebida como ‘dada’ es inmediatamente una libertad nula, pues ésta se efectúa en el sitio de lo individual y no es propiedad que sea otorgada por nadie; como el silencio que al ser nombrado, deja de serlo. Por lo mismo, Bruno es enemigo de lo general que envuelve a la gente que es, precisamente, lo que los hace no libres porque se dejan llevar como rebaño y no buscan su ser independiente. Prefiere pertenecer a una secta nueva y diferente que seguir apoyando la creencia antigua, que engaña a todos. Entonces, no está de acuerdo con vanagloriarse de hechos donde no hay verdad y busca en cambio, la sabiduría.
Así es como en lo ideal, donde la obra es ya realización de la misma y que es nacida de la creación libre del artista, las creaciones propias “de los poetas y artistas, que lo produjeron en una reflexión tan clara como libre” (Hegel, 1991:54) es donde cada creador se recupera a sí mismo. Se ve reflejada su idea en la coseidad de su obra y es, en otras palabras, (Hegel, 1991:55)
Lo propio del pecho humano, un contenido con el cual el ser humano puede conciliarse libremente, como tratándose de sí mismo, pues lo que él produce es el más bello engendro propio.
A decir, expresar la libertad que se encuentra atrapada en su ser en sí para darse a los otros y éstos viven, igualmente, libertad de expresión y se reconocen en la obra misma.
Bruno expresa, que “nuestro intelecto [no] se [ve] a sí mismo en sí mismo, sino en una cierta especie exterior, en simulacros, imagen, figura, signo” (Bruno, 1987:316) que para nuestro caso, será propiamente la obra de arte, este ‘simulacro’, es decir, la realización plasmada de la idea abstracta que nació en la mente del artista, en una forma concreta puesta en el mundo, es decir, aterrizado como una ‘cosa’ en y para sí; “No entendemos a no ser que especulemos con imágenes” (Bruno, 1987:317) Dicho de otra manera, desde el concepto-imagen aparecida en la mente del artista, a partir de la visualización, es decir, del ver -como acción algo fuera o dentro de el mismo, luego entonces, vendrá el proceso de creación artística para dar a luz el espíritu humano deseoso de expresión tangible para los otros.
“la luz [...] es la mente”
(Giordano Bruno).
Bibliografía
- Bruno, G. (1987). Mundo, magia, memoria. Taurus, España.
- Grave, Tirado C. (2002). Verdad y Belleza; un ensayo sobre ontología y estética. UNAM; México.
-Hegel, G. W. F. (1991). Estética II. Ediciones Península; Barcelona.
-Hegel, G. W. F. (2002). Fenomenología del espíritu. Fondo de Cultura Económica; México.
-Hegel, G. W. F. (1997). Introducción a la estética. Península; Barcelona.
-Hegel, G. W. F. (2003). Lecciones sobre estética. Mestas; España.
-Villalpando, J. M. (1994). Manual moderno de estética. Porrúa; México.